03 mayo, 2007

Mente y cuerpo

Decidió dormirse temprano para levantarse a tiempo. Antes de acostarse apagó todo y pensó en la cantidad de aparatos que lo rodeaban, pensar en aparatos lo conectó automáticamente con un término distinto pero similar: instrumento. Recordó que en alguna clase tuvo que memorizar la diferencia entre ambos, se relaciona con el empleo de cada uno en relación, como siempre, con el hombre. Estaba por recordar la definición cuando alcanzó a identificar otra trampa de su mente, esas que son más inquietas e inoportunas que las de la fe, pues se aferran de cualquier pretexto para impedir el descanso. Hizo entonces como que oponía resistencia contra su mente, y dejó de pensar, concientemente, en los instrumentos y los aparatos, siempre conciente de su incapacidad para dominar al inconciente.

Los siguientes tres minutos fueron esfuerzos inútiles, porque no eran sinceros, por conciliar el sueño. Volvieron los aparatos, los tuvo que prender, para convertirlos en instrumentos. Activó la música antes de conectarse (… singing this song, singing along, makes it easier for me to see you go…) esperando encontrar algún amigo. Buscaba alguien con quien pasar una más de las madrugadas solitarias, en la lista había muchos candidatos, ninguno disponible para una conversación sarcástica, o existencial, o por lo menos entretenida. También pensó en las bondades de los aparatos ¿o instrumentos? del ciberespacio y los placeres casi prohibidos que una camarita podría brindarle a esas horas de la ya mañana. La estaba conectando, sintiendo cómo un calor casi auténtico se extendía por su cuerpo, cuando desistió. Recordó que tenía la esperanza de una visita ese día, más tarde. Prefirió esperar, en el refrigerador había una botella de vino. Vino blanco, aunque de uvas rojas, que tenía ya varios días enfriándose, esperando la visita, para pagar una deuda inventada con planes de terminar en la recámara, o donde fuera.

No se dio cuenta cuando los aparatos salieron por completo y ahora lo único que ocupaba su mente era esa botella de vino. La música seguía (… desde afuera nos miraba una luna enamorada que de envidia se moría al mirar lo que te daba…) , la noche distaba mucho de ser fresca, acordes de guitarra y ambiente melancólico, la botella enfriándose. Como queriéndose distraer buscó nuevamente sin suerte entre los contactos, seguía solo. Ahora su mente estaba ocupada por una botella de vino blanco que podría ser disfrutada en una cálida noche de mente inquieta. Inmediatamente sintió sed y sin pensarlo se paró para ir por agua a la cocina. Faltaban dos pasos para salir de su cuarto cuando su voluntad, siempre alerta, lo previno. Pensó que se había provocado la sed para abrir el refrigerador, al buscar una botella de agua fría ver la de vino y como el ambiente era ideal para una copita, caer. Se sintió entonces muy fuerte e inteligente, no iba a ser víctima de su mente fabricante de sed para tomar vino. Esa botella estaba reservada para la visita. Además por convicción y un temor que siempre había tenido hacia el alcohol, no tomaba cuando estaba solo.

Regresó al escritorio, orgulloso de dominar su mente. Prefirió ignorar su saliva cada vez más acuosa y con sabor a vino blanco. Insistía en apartarse de pensamientos sobre sed, agua, refrigerador, vino. También ignoró el excesivo nivel de sudoración presente por todo su cuerpo. Siguió escuchando (… en la posada del fracaso donde no hay consuelo ni ascensor el desamparo y la humedad comparten colchón…) mientras el aire entraba caliente por la ventana. Pensó en todo lo que tenía que escribir, además de los reportes del trabajo y los textos de la revista. Varias cartas, no quería mails, tenían que ser cartas escritas a mano, llevaba semanas posponiendo su escritura. Quiso creer que era un buen momento para escribirlas, y volvieron los instrumentos. Pensamientos sobre la carta vía un aparato o la carta como simple instrumento. Se negaba a profundizar, a caer en la trampa. Vino blanco, calor. Tampoco podía ser víctima de estos pensamientos transformados en deseo. El calor aumentaba, la silla estaba mojada. Decidió acostarse y tragar saliva mientras la sed, también, aumentaba.

La situación se volvió insoportable cuando las sábanas empezaron a escurrir. Pensó que aquel calor no era normal, era una noche cálida pero aun de primavera. Calor, sed, agua, vino. Vino, refrigerador, aparato, instrumento, computadora, mail, cartas, trabajo. Trabajo, escritorio, abanico, aire, aparato, calor. Calor, sed, agua, instrumento. La relación de ideas era cada vez más rápida, perdió el control que creía tener, la sed se había convertido en un malestar físico. No dejaba de sudar. En tres horas tenía que estar despierto, en la regadera. Regadera, agua, sed. Volvió a pensar en las trampas de la mente, no iba a bañarse sólo para poder tomar agua de la regadera a deshoras. Desvelo, sueño, sed, vino, cartas. No supo en qué momento empezó a llorar, le atribuyó el llanto a la música (… some are born to change the world some never even try, but darling you and I, we were born to cry…) y no pudo parar. Lloró silenciosamente, después con desesperación, finalmente a gritos. No podía dejar de llorar. Ni de sudar. La sed aumentaba. Todo estaba húmedo y caliente. No se dio cuenta cuando su vejiga se liberó. Había decidido tampoco ir al baño, le daba miedo caer en algún exceso víctima de la sed maquinada por su mente. Tomar agua del retrete por ejemplo, como en un programa de televisión. Televisión, aparato, mente. Instrumento, decisión, control. Calor, sed, vino. Visita, voluntad, mente.

Cuando lo encontraron días después, deshidratado, la botella seguía enfriándose y la música (… nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores…) era apenas perceptible entre la humedad y los ruidos de afuera. Las ventanas estaban todas abiertas, frente al mar. La canción siguió...

6 comentarios:

*~PinkTangerine~* dijo...

y es uqe uno tiene que apagar el cerebro de vez en cuando jeje luego ni de donde sacar un suero oral jejejeje.. te gustan los audiolibros? a mi casi no, me desconcentro muy rápido pero!! encontre una página... me avisas jeje

une pétite étoile dijo...

te amo bb... la divagación es la cosa más maravillosa de la vida, que como todo, tiene sus riesgos. Somos gente de riesgos, nos gusta el peligro. te amo... digamos no a la deshidratación..
eres lo máximo...

humantree dijo...

tangerine: ya lo quiero apagar!!! no tengo mucha experiencia con los audiolibros... estaría bien intentar... hugs!

etoile: jajaja, arriba los desvelos bb!

d:ego dijo...

Y eso que la fuerza de voluntad suele fallar con frecuencia...

Inmersos en la nada, con divagaciones, deseos y necesidades en medio de noches incompletas... la voluntad es mas frágil que nunca pues queremos encontrar aquello que nos hace falta, y aunque no lo encontremos perdemos el tiempo para llenar por lo menos un poco esa necesidad de aquello que va más allá de la mera obligación.

And the line between fiction and reality is ever so thin in the blogging space.

Hugs!

Manzana Marina dijo...

Pocas cosas son más desesperantes que la sensación de ahogarse entre sábanas calitentes y húmedas, en una noche de atmósfera espesa y sofocante. Y no poder dormir. Y sentir que uno se hunde en el mar muerto y sus sal.
Bajo esa circunstancia, cualquier tentación debería ser permitida... como en muchas otras.
Abrazos calurosos más no sofocantes al árbol.

humantree dijo...

diego: esta vez la linea si está muy clara, espero.

marina: por eso me niego a regresar al calor, que horror.

se me hace que voy a ir por una botella que se está enfriando en el refri...