07 septiembre, 2006

Un postre

La reina iba de blanco, su pureza trascendía sus prendas, se vistió de sinceridad y tal como lo dictan sus súbditas, verdes de libertad, enfrentó la responsabilidad que conlleva el actuar.
Su conversador iba de estreno, para impregnar en la nueva prenda el recuerdo de la monarca. Su combinación era impecable, se vistió de seriedad, estaba preparado para escuchar el mensaje real.
El encuentro se dio en un lugar con toque extranjero, un sitio cálido y neutral, dulce aunque amargo por momentos, quizá como la vida misma y el té que compartieron.
Salvo una explicación útil para entender las formas, y un dato adicional para la historia, la reina no dijo nada que su conversador desconociera.
El diálogo no fue sencillo, los cuestionamientos fueron insistentes, se logró trascender la superficie.
Todo tiene solución y sanar de raiz nunca ha sido fácil.
Finalmente quedó claro, ambos buscan lo mismo.
Ella optó por las moras,
El, en honor a la reina, comió manzanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo recuerdo perfectamente... TE AMO!!!