07 noviembre, 2007

Así es como caes

Aguantando.
Siempre supe que no era para mi, como tantas otras cosas, como casi todo. Intenté cambiarlo, me quejé, critiqué, exigí, hablé, grité, me quise ir... lo pensé mucho y me quedé. Por el título, porque no iba a volver a empezar, por el prestigio, por tiempo, porque la otra opción en ese momento era peor, porque finalmente estando dentro del sistema lo podría conocer mejor... por aparente comodidad.
Me concentré en el intercambio, durante un año la idea de irme me mantuvo motivado, además de dos o tres clases, en es tiempo había excepciones. Me fui, lo disfruté, aprendí, recordé que la educación de calidad existe y regresé con una nueva actitud, sabiendo a lo que venía, al horrible y estúpido sistema en el que me quedé por razones casi tan tontas como el 95% de las personas subhumanas que lo integran.
Y lo estaba controlando, tomaba las cosas con calma, intenté ubicar mis expectativas por debajo del inframundo para que al menos con una clase decente, me sorprendieran... por poco me convencí al principio del semestre, pensaba que los profes no eran tan malos, por lo menos a cada uno le gusta su área. Le di el beneficio de la duda a clases sobre las que no tenía conocimiento alguno, mucho menos interés.
Mi actitud se mantuvo unos meses, me concentré en mis amigos, anclas que siempre saben ver lo positivo de las situaciones, personas que admiro y valoro, quienes aun guardan un poco de respeto por esta fábrica aspiracional de asalariados mediocres, luces que han sido lo mejor que he encontrado en este lugar. Me centré, por primera vez, en mi vida fuera de mi educación... y estaba funcionando. Contrario a mis convicciones, le resté importancia a mi escuela y muchas cosas buenas vinieron, estuve muy tranquilo, hasta contento... Sabemos que no hay tranquilidad que dure un semestre, no aquí.
Tengo más de tres meses tratando de ignorarlo, de restarle importancia porque desde hace dos años me di por vencido, las cosas no van a cambiar, yo no las puedo cambiar, mis exigencias no les importan y entiendo perfectamente sus razones, si me quedé fue con sus condiciones y bajo la premisa de no tener motivación académica alguna durante el resto de mi vida por el Tec.
Lo entiendo, lo confronto, lo acepto. Pero no lo puedo aguantar, no puedo.
No por entenderlas, las situaciones se vuelven más llevaderas.
Ya no puedo, ni quiero.
Porque caí, caí horriblemente en este juego en donde te callas y aceptas y te evades porque desde un principio sabías que no era para ti y tu razón, aliada siempre de la cobardía, te convenció de que tenías que quedarte, y aguantar.
No se si voy a poder seguir perdiendo el tiempo, dinero que no es mío, toneladas de paciencia y vida útil de mis neuronas y mis sueños un año más. Porque además, y ése es el problema, te agota. Te exprime y te imposibilita para enfocar tus energías en otra cosa. Es un monstruo que te absorbe, como a las personas que trabajan las enajena su monótona rutina hasta olvidar sus motivaciones reales, sus ilusiones, lo que les gusta... cuando una cerveza y una película con explosiones y sexo se convierten en el antídoto perfecto a la esclavitud de la que no son víctimas, porque decidieron entrar y quedarse y caer, 'concientemente', aguantando...

Y eso que es de lo mejorcito del país. Pobrecito México.
No se si aguante, pero ya casi.

Ok, ahora piensen en algo bonito para que tanta energía negativa no se apodere de sus brillantes mentes. Esa no es mi intención.