Alguien dijo que el jazz como recurso literario se había agotado después de Cortázar, que tras Rayuela y El Perseguidor, después de las utopías fallidas del siglo pasado, el jazz es poco original y de mal gusto.
No estoy de acuerdo.
El jazz nunca será obsoleto, podrá significar un desorden melancólico para algunos, una moda pasada para otros o ser "la música que no es música" como una vez escuché. Pero también es el ritmo de la fluidez, el que inspira las voces que mejor nos han arropado, el que fusionando idílicos sonidos invita a los más suaves movimientos del cuerpo, poniéndolo en sincornía con el alma.
El jazz puede reunir voces y talento en una noche íntima con sabor a Radiohead, El Personal y Summertime, el jazz es entre amigos, el jazz es alegría y talento, es introspección... es libertad.
Por eso es un recurso literario constante, por eso es un significante latente, porque se convierte, irremediablemente, en la metáfora exacta, la del amor.
2 comentarios:
Jamás he sido fan del jazz, pero tampoco soy no-fan. Creo que es la música ideal para huir de la música. Hace poco descubrí dos versiones extrañas de Feeling Good (que yo pensaba era de Muse, ja, iluso), y caray, ya quisiera nuestro Presidente la fuerza de un saxofón.
Abrazo.
Que gusto tenerte por acá, otro abrazo a ritmo de Feeling Good!
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