17 septiembre, 2007

Lágrimas verdes

Despiertas...

Decides romper la unión de tu piel con la sábana sobre el relieve del colchón, te asomas y ves, a través del aparador, como lentamente el árbol, único signo de vida entre las piedras de la calle, es filosamente mutilado... Y tienes ganas de llorar...
Uno a uno van fluyendo los días de lágrimas, líquidamente convertidos en húmedas semanas.

Como cuando tus ojos, green eyes, no dejan de llorar: por la congestión nasal, por la lluvia, por la alergia o el frío, porque tus párpados no alcanzan a cerrar... porque no ves bien, por una infección, por la contaminación, el polvo o la digitalización... Como cuando alguien a quien quieres está llorando y en su nostalgia te contagia, mientras otra amiga no puede llorar, contra su voluntad, y un hermano, desconcertado, ha llorado en soledad...
Tus ojos simplemente no dejan de llorar, brotan gotas rodeadas de luz, tormenta de verano con el otoño asomándose por detrás.

Es físico, climático, emocional, porque no estás triste pero los demás sí, y tus ojos se humectan, y piensas en la felicidad, y ésta se desborda cuando tocan a tu puerta, y los green eyes, como su estrella, no dejan de llorar.
Tus lágrimas, que por días han mojado tu piel sin razón, se unen a tus deseos y por fin, tienes ganas de llorar.

Porque no estás sólo, y empiezas a llorar.
No dejas de llorar.

Lloras...